Versículo Clave: ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Isaías 40:28
Un padre pierde su trabajo. De nuevo. Un avión se cae, matando a un ser amado. Una madre joven pierde su bebé. Un incendio consume una casa donde una pareja y sus tres niños pequeñs duermen. Los niños se salvan, pero la madre muere.
“No entiendo el propósito en esto. ¿Y usted?”
Una amistad cercana me hizo esta misma pregunta recientemente. Esta dulce mujer de Dios ha pasado por dolor inimaginable y ha sufrido en los últimos años. Su honesta pregunta hace eco en nuestros corazones cuando la vida no tiene sentido. Cuando pareciera que Dios se ha olvidado de nosotros. Cuando no podemos encontrar el propósito detrás del dolor.
Aún si lo expresamos o no, la pregunta permanence: “¿Cuál es tu propósito en esto Padre?”
“No, no entiendo. Pero tengo que confiar en que Dios tiene un propósito. Tan sólo no lo puedo ver todavía.”
Su pregunta me tomó de sorpresa, pero le respondí con una convicción fuerte. He caminado con Jesús por mucho tiempo para saber que El tiene un propósito para cada sufrimiento que El permite en la vida de sus hijos. Ciertamente, yo he experimentado su diseño con propósito a través del dolor y pérdida; y puedo afirmar que El hace que todas las cosas funcionen para nuestro bienestar y para Su gloria. Yo he comprobado esta verdad. Yo lo creo así.
Pero eso no alivia el dolor cuando estamos atravesando el valle. Cuando la vida no tiene sentido y las cosas parecen empeorar en vez de mejorar.
Mientras hablaba con esta amiga, las palabras de Pablo en 2 Corintios 12:8-9 me vinieron a la mente:
“Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi Poder se perfecciona en la debilidad.”
De todas las personalidades del Nuevo Testamento, el amado apóstol Pablo conoció al dolor como ningún otro en esa época. Fue ciego, golpeado, despreciado, perseguido, náufrago, prisionero y tentado. Aún así, el respondió con fe firme en cada prueba: “estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruídos.” 2 Corintios 4:8-9
Por lo tanto, pareciera tan sólo justo que Dios removiera este problema que torturaba a Pablo. El parecía haber sufrido lo suficiente cuando le rogaba al Padre que removiera la espina clavada en su carne, fuera lo que fuese. Y todavía, aunque nunca vemos a este gigante de la fe pedir alivio en alguna otra ocasión, Dios le dijo que debía aceptarlo.
Eso hubiese sido difícil de digerir, si Dios no hubiese explicado por qué la “espina” tenía que permanecer: para que el poder de Dios (y propósito) se perfeccionaran en la debilidad de Pablo.
Tenemos la tendencia de ver las cosas en un nivel unidimensional.
Es duro ver más allá de nuestro dolor. Ciertamente, es humanamente imposible entender cómo una enfermedad o muerte en la familia pueden ser para nuestro bien. Sólo cuando vemos hacia el pasado podemos entender el propósito más alto detrás de cada valle que cruzamos:
Como la gente a la que impactamos con nuestras respuestas; testigos silenciosos que toman fuerza de nuestro testimonio. Puede que no les veamos, pero creame: Ellos están viendo.
Como las cosas innecesarias que terminamos dejando atrás en el valle: Posesiones materiales, las cuales valorábamos ya no son importantes; cosas pequeñas que nos hacían angustiar toman una nueva perspectiva. Grilletes de orgullo se derrumban.
Como el fruto del Espíritu, el cual crece en nosotros mientras le permitimos a Dios moldearnos en cada valle, donde nos encontramos creciendo en amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22).
Como los bolsillos de descanso que encontramos en los lugares más inusuales, inesperados… cosas que dábamos por sentado: La sonrisa de un ser amado. Las palabras alentadoras de una amistad. El placer de reir. La importancia de un toque de amor.
Como la provisión divina de Dios para nuestras necesidades materiales, o la suficiente fuerza para seguir luchando.
Todas estas cosas son una reflexión de Su amor y poder sobre natural, siendo perfeccionado en nuestras vidas mientras caminamos a través de nuestros lugares desolados.
Pero hay algo más. Uno de los regalos más importantes en el valle:
Nuestra fe a prueba de fuego.
Es fácil confiar en Dios y Su Palabra cuando no tenemos que probar nada. Cuando la vida es color de rosas y no hay espinas.
Sí, cantar alabanzas a El es muy fácil cuando el vivir es fácil. Recitar Su Palabra es natural cuando el sol está brillando afuera.
Pero cuando las tormentas nos asechan… cuando nuestros seres queridos nos abandonan, cuando nuestra salud falla o nuestra estabilidad financiera desaparece…
Cuando no hay esperanza… y aún encontramos esperanza donde no parece haber y encontramos las fuerzas para agradecerle a El, y alabarle…
Entonces, y sólo entonces podemos decir que nuestra fe es verdadera – probada y comprobada.
Es cuando nuestro “todo” se acaba que podemos probar que El es suficiente.
Es a través de las pruebas y valles que Su poder se perfecciona en nuestra debilidad… que Su amor es reintegrado y nuestra fe reestablecida.
Puede que usted no lo vea así hoy día. Pero usted puede estar seguro que hay un propósito en su valle. Un día usted mirará hacia atrás y verá los rostros de la gente que usted impactó…
… Y el nacimiento de un nuevo propósito porque usted elige confiar y caminar, un paso a la vez, a pesar de que su carne le rogó que se rinda.
Permanezca allí… con El. El le está transformando a usted y a los otros alrededor suyo. El le está preparando a usted y a las circunstancias requeridas para lograr el plan para su vida. Más aún, El está adelante de usted, en el otro lado de este valle, donde usted verá el resultado de su confianza y paciencia.
Porque nunca dejamos un valle de la misma manera que entramos. Tampoco es la intención de Dios el que se desperdicie nada de lo que aprendimos en el valle.
Versículos para Meditar:
¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correran, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:27-31
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