AJC 11.28.19 Dont let fear prevent you 001Hice la fila para el punto de control de seguridad del Aeropuerto Internacional de Baltimore-Washington esta semana, mirando mi reloj, y con la seguridad de que perdería mi vuelo a Atlanta. La seguridad estaba en máxima alerta después de los ataques terroristas en París y las amenazas subsecuentes en mi patria. Las líneas se movían muy lentamente.

Mi preocupación por perder el vuelo era realmente bienvenida. Hizo que mis pensamientos se viraran a temores que trataron de apoderarse de mi corazón. Principalmente, el temor de volar – un viejo y molesto invitado cada vez que tenía que abordar un avión desde 1997. Es muy tonto, lo sé. Sobre todo porque según las estadísticas recolectadas entre 1993 y el 2012 por PlaneCrashInfo.com, la probabilidad de morir en un accidente aéreo son de 1 en 4.7 millones. Aún si usted está volando una de las líneas aéreas con los peores records de seguridad, sus probabilidades son de 1 en 2 millones.

Pero el hecho de que una vez fui pasajera en un avión que perdió un motor después de despegar hace 18 años, junto con la muerte trágica de mi cuñado cuando su avioneta se estrelló en el 2012, parece superar todos los datos y cualquier razonamiento. Ciertamente, el temor es una emoción muy poderosa. Es frecuentemente sin sentido, y sin embargo, tiene el potencial de lisiar al más fuerte, al más racional de los seres humanos. Sus poderosos tentáculos nos pueden paralizar y probar nuestra fe. Cuando cedemos al temor, no tan sólo perdemos grandes oportunidades en la vida, sino que le permitimos a nuestras emociones apagar nuestra confianza en Dios.

Los ataques terroristas de Paris enviaron una ola de temor y emociones conflictivas a través del globo. Odio, revancha y desesperación han permeado las ondas y medios sociales, mientras que personas de todas las profesiones, condiciones sociales y creencias debaten sobre la crisis de los refugiados de Siria y cómo combatir a ISIS, un cáncer que parece estar esparciendo su muerte rápidamente hacia el Oeste.

Mientras nuestra familia discutía las amenazas del terrorismo en la patria una noche de la semana pasada, nuestra hija más pequeña empezó a cubrirse los oídos. “No me gusta escuchar estas cosas mami,” dijo. Tuve que recordarle que la oración más repetida en la Biblia es “No temas. Nunca te dejaré, ni te abandonaré.” Y aún así, me predico a mi misma, lo sé. Porque temer es real cuando el peligro es inminente, aún cuando usted conoce todos los versículos correctos y las estadísticas están de su parte. Pero debemos esforzarnos al no permitir que pudra a nuestro corazón al punto de paralizar nuestras vidas y cambiarnos de gente que ora y confia, a gente que teme y tiembla frente al peligro. Y si, no debemos temer defender nuestra libertad, no por temor u odio, pero porque nuestra libertad es nuestro regalo más preciado, obtenido de nuestro Dios Todopoderoso y defendida a través de los años con la sangre de nuestros bravos soldados.

Así se trate de terrorismo mundial o ansiedades personales, cuando el temor trata de paralizarnos, debemos continuar luchando deliberadamente, para no perdernos de los grandes gozos de esta vida. Estoy realmente contentaPrint de haber abordado aquel avión y haber superado mis temores nuevamente. Pude disfrutar de un tiempo precioso con mi mejor amiga desde hace 31 años y regresar a casa para celebrar el Día de Acción de Gracias. Me rehuso a plantar mi pie en terreno aparentemente seguro mientras cedo a las amenazas de hombres malvados, o a las mentiras que tratan de invadir mi corazón. Elijo mantenerme confiando en Dios, conquistando mis temores por el poder de su palabra y su eterna promesa: aún si lo peor llega, nunca estoy sola.

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