bound-by-legalism“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Gálatas 5:1

Ella observaba como el pájaro posaba en la silla del patio por varias mañanas seguidas. Ella tomaba su taza de café y lo veía desde la ventana de la cocina.

Cantaba las canciones más bellas, mientras el sol de la mañana bañaba sus plumas azules.

Un día, ella tuvo una idea.

Ella trajo una jaula bella, abrió la puerta y colocó una semilla de pájaro muy atractiva adentro. Ella vió cuando su amigo azul se acercó a la jaula la mañana siguiente. Tal como lo había planeado, el desapercibido pájaro voló adentro de lo que sería su prisión.

¡CLAP! La puerta se cerraba detrás del pequeño amigo.

Ella sonrió.

“Azul. Ese es tu nombre, amigo.” Ella tomó al pájaro y lo llevó adentro colgando la ornamentosa jaula en la esquina soleada de su sala.

Al pasar de las semanas, ella se dió cuenta de que Azul no cantaba tan contento como cuando estaba libre en el patio.

Su corazón se reventó. Ella lo sabía.

Tenía que liberar a Azul.

Ella salió al patio y abrió la puerta de la jaula… El pájaro se acercó dudando, y luego miró hacia afuera. Ella juraba que el la estaba mirando de frente a los ojos, como diciendo: ¿Me vas a parar?

Ella suspiró, mientras observaba a Azul volar hacia arriba, desapareciendo así entre las ramas de los árboles cubiertos por el sol de la mañana.

Al día siguiente, ella se acordó de la jaula en el patio, y fue a buscarla.

Mientras salía, se paralizó. ¿Sería posible?

 

Dentro de la jaula consiguió a Azul muy acomodado en su columpio, cantando muy contento dentro de su prisión.

Ella le había dado su libertad para disfrutar a la naturaleza en plenitud… Y aún así, el pájaro regresó a lo que lo mantenía atado.

“Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?” Gálatas 4:9

Gálatas estaba ubicada en el medio del imperio Romano, y, como la mayoría de las Iglesias primitivas, estaba conformada primordialmente por creyentes gentiles. Estas eran personas que, por la mayor parte, estaban influenciadas por las terriblemente inmorales culturas Romanas y Griegas antes de haberse convertido en cristianos nacidos de nuevo.

Es en este contexto que conocemos a un grupo de cristianos a los que muchos académicos se refieren como “Judaizantes”.

Judaizantes eran llamados los líderes cristianos que tenían un fondo Judío y quienes decían representar a los apóstoles en Jerusalén.

Ellos influenciaban a los jóvenes creyentes gentiles (casi todos gentiles) para que se circuncidaran de manera de complacer a Dios.

Ahora, cada vez que escuche la palabra Judaizantes, es más que todo en forma de crítica. Pero hoy quiero darles algo de crédito. Porque para poder entenderles mejor, uno debe considerar la condición moral del Imperio Romano en el primer siglo.

Todos sabemos sobre la decadencia moral de nuestra civilización del oeste en el siglo 21, pero debemos entender lo siguiente: las cosas estaban peor en el tiempo de Pablo.

En relación a conducta y ética sexual, era un período de anarquía total. Un escritor lo describe como “una época cuando la verguenza parece haber abandonado la tierra.” Casi toda figura griega famosa tenía un amante: Alejandro el Grande, Aristóteles, Platón, Pericles, solo por nombrar a algunos.

La homosexualidad estaba desenfrenada y estaba presente en cada aspecto de la sociedad. De hecho, los historiadores nos relatan que 14 de los primeros 15 emperadores romanos eran homosexuales, incuyendo a Julio César.

Es en ese contexto que debemos entender a los Judaizantes. Estando al tanto de la inmoralidad en Roma y Grecia, ellos pensaron que la única manera de combatirlo era con, la LEY.

Ellos tenían razón en cuanto al veredicto. Pero su solución era errónea y una mala interpretación.

Jesús lo dijo muy claro que El no vino a abolir la ley sino a cumplirla (Mateo 5:17). Queriendo decir con esto que una vez que Jesús murió por nosotros, no podemos regresar a la esclavitud que la Ley mandaba.

La ley era buena mientras la gracia no existía.

Pero una vez que la gracia descendió y murió por nuestros pecados en aquella cruz, recibimos la justicia de Dios y por lo tanto somos LIBRES.

NO LIBRES PARA PECAR, sino libres DE pecado.

Esto quiere decir que si vivimos por el poder del Espíritu Santo, no tenemos que seguir un grupo de reglas y regulaciones. El Espíritu Santo que vive en nosotros, como Jesús dijo, “nos guiará en la Verdad”. Juan 16:12

Esa verdad maravillosa simplemente significa que, a pesar de que somos llamados a vivir una vida honrada, nunca lo alcanzaremos si tratamos de regresar a la jaula de la Ley.

Así como Azul nunca volvería a ser libre al regresar a su jaula.

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Juan 8:36

Una vez somos libres, Dios espera que seamos ¡verdaderamente LIBRES!

Sin embargo, muchas veces ¡no es así!

Muchos cristianos tienden a crear su propia marca de santidad, y con frecuencia alaban a las leyes en nombre de la religion…

ESO SE LLAMA LEGALISMO, y Satanás tiene a muchas Iglesias y a muchos cristianos encadenados a esto.

Orgullo en lo que NOSOTROS podemos hacer debe ser reemplazado por la humilde aceptación de lo que JESUS ha hecho por nosotros. Porque si nuestras obras pudiesen repartir salvación, Jesús nunca debería haber sido colgado en esa cruz.

¿Usted se encuentra encadenado a la jaula de la ley hoy día?

¿Se siente atrapado creyendo que debe seguir las leyes para complacer al Padre?

Hoy le invito a ver más allá de la jaula, entendiendo que, si usted ha entregado su vida al Salvador, usted es verdaderamente libre.

Lo único que debe hacer es permitir que el Espíritu Santo reine en su vida.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad. Juan 16:13

El moldeará su corazón a la semejanza del Hijo. El pecado no le atará más.

Pero tampoco le atará la ley.

Donde el Espíritu de Dios está, hay LIBERTAD. Libertad que no tiene precio, verdadera libertad.

Usted es LIBRE. Libre para ser aquello para lo cual Dios le diseñó.

¡Usted es libre para remontar!

 

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