Versículo Clave: “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46
El locutor de la radio tuvo mi atención. El tema era intrigante. Sus argumentos eran apasionados y convincentes. Yo había estado escuchando la entrevista por 15 minutos, esperando por una parte específica del programa. Después de comerciales, el locutor continuó con la entrevista e hizo la pregunta, que era lo que yo tanto esperaba. Subí el volumen e incliné mi cabeza hacia los altavoces. Lo que escuché después fue una secuencia de chillidos que eliminaban cualquier oportunidad de entender la muy anticipada respuesta. Cambié la estación de radio varias veces y traté de sintonizar el porgrama de nuevo sin ningún éxito. Finalmente cuando el programa era audible nuevamente, la entrevista ya había terminado. Estática radial había llenado el aire evitando que yo entendiera la parte más importante de la entrevista.
¿Se ha sentido usted alguna vez de la misma manera en su vida espiritual? Usted está deseoso de escuchar Su voz e instrucciones, y sin embargo, todo lo que escucha es… estática. Pensamientos arbitrarios invaden su mente. Silencio no bienvenido impregna la habitación. Usted bosteza, sintiéndose muy soñoliento de repente. En vez de escuchar la voz de Dios, usted escucha sonidos diferentes. Frustrante, ¿no?
Estática espiritual es una realidad de cada Cristiano. En un momento durante la trayectoria con Dios, todos tenemos momentos donde parece que hayamos perdido la conexión con el Padre. Muchas veces, tan sólo significa que Dios está esperando silenciosamente por el momento oportuno para revelar Sus planes. Otras veces, El simplemente está ocupado trabajando en amarnos calladamente. Durante estos momentos, Su silencio no nos frustra. Nuestro corazón así lo reconoce – Dios quiere que disfrutemos el silencio de Su presencia amorosa.
Sin embargo, hay momentos cuando nuestro tiempo de oración se llena con una falta de paz y descanso. En lugar de disfrutar Su presencia, siento el deseo de levantarme y comenzar mi día.
¿Se identifica con esto? Ciertamente es tentador acabar con esta desconexión y continuar con nuestro diario vivir de la manera que nosotros sabemos. Pero no deberíamos. De hecho, lo que yo he aprendido es que es precisamente en estos momentos que debo levantar una bandera roja y examinar mi corazón. Algo está mal. La conexión se perdió.
Invariablemente, cuando la interrupción en la comunicación es seguida por falta de paz, yo soy la única culpable.
Cuando experimentamos estática spiritual durante nuestro tiempo de oración, lo mejor es coseguir un lugar tranquilo y pedirle a Dios que nos muestre qué está impidiendo que escuchemos Su voz.
Pudiera ser que, como David antes de arrepentirse, tengamos pecados que no hayan sido confesados. Pudiera ser un pecado tan fuerte que nos mantiene esclavos a la inmoralidad o addicción. También pudieran ser pecados del corazón, esas emociones sutiles que permitemos se arraiguen en nuestras vidas, afectándolo todo, incluyendo nuestra relación con Yahweh: Sentimientos de orgullo, envidia, odio, falta de perdón entre otros. Estos pequeños monstruos se convierten en fortalezas que crean inmensas olas de estática espiritual hasta que las identificamos y permitimos que Dios las extermine de una vez y para siempre.
Pero hay un culpable aún más sutil. Este aliado de la estática spiritual puede infiltrarse en nuestros corazones sin que nos demos cuenta: obediencia retrasada. De eso fui cupable yo, no hace mucho tiempo, cuando el silencio y descontento llenaron mi tiempo de oración.
Me sentí incómoda por varios días. Estática spiritual invadió mi tiempo de oración. Finalmente, decidí llegar al fondo del asunto. Mientras me retiraba para orar, examinando abiertamente mi corazón por cualquier pecado oculto, honestamente no encontré nada. Sin embargo, tuve una sensación muy intensa que Dios quería mostrarme algo.
Y El me lo mostró.
Hace varias semanas, Dios me había dado un par de tareas, las cuales, para ser sincera, yo no quería hacer. Usando la excusa de lo muy ocupada que estaba, me mantuve evadiendo el tema día tras día y postergando el obedecer. “Lo haré”, pensaba, “sólo que hoy no es un buen día”. Esa mañana mientras oraba, Dios me mostró exactamente lo que El piensa sobre la obediencia retrasada. El me recordó como me siento cuando le pido a mis hijas que limpien sus habitaciones, una, dos y tres veces sin éxito alguno. Tuve una visión de sus habitaciones desordenadas y la frustración y rabia que se despiertan en mí cada vez que ellas no cumplen con sus tareas asignadas.
Ahí fue cuando me dí cuenta… ¿Cómo puede el Padre mostrarme el próximo paso si yo no cumplo las pequeñas tareas que El me asigna? Los mandamientos de Dios no son opcionales. Yo le estaba desobedeciendo a El.
¿Existe algo que Dios quiere que usted haga y usted está evitando a toda costa?
Pudiera ser compartir a Jesús con algún conocido…
Pudiera ser traer los diezmos y ofrendas a la casa de Dios…
Pudiera ser el romper con el novio o la novia al cual usted reconoce como no necesariamente lo mejor que Dios tiene para usted…?
Pudiera sere simplemente el decir SI a un llamado… a un viaje misionero… a enseñar una clase de Escuela Dominical… a ministrar a algún necesitado.
Sea cuál sea el paso a dar, pequeño o grande, aún si usted se siente inadecuado para hacerlo, obedézcale HOY. No espere, no retrase su llamado. Olvide las excusas. Obediencia retrasada es desobediencia y crea estática espiritual muy peligrosa para su vida, evitando así que usted escuche la voz del Padre.
Pídale a El que le dé la valentía de tomar el primer paso. Diga “Sí, Señor. No más excusas.”
El próximo paso, levántese y muévase. No hay tiempo que perder.
Porque lo último que usted desea es perderse lo mejor de El para su vida.
Versículos para Reflexionar:
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahundó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dió con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.” Lucas 6:46-49
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21
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