Climbing a mountainVersiculo:

“Aunque ande en el valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmo 23:4

Esto sucedió el Domingo pasado: mientras las Iglesias en los Estados Unidos comenzaban a celebrar la semana de Acción de Gracias, yo tenía la oportunidad de sentarme en primera fila para presenciar las actitudes con respecto al Día de Acción de Gracias desde dos ángulos opuestos: el valle y el tope de la cima.

Iba entrando al cuarto del coro cuando la ví. Ella tenía su sonrisa usual, pero sus ojos brillaban con un gozo renovado. Me apuré, acercándome a ella, deseosa de conocer más acerca de la gran noticia. Mi amiga acababa de recibir una oferta de trabajo la semana pasada. Pero un momento! No cualquier trabajo. Le ofrecieron el trabajo por el que ella había estado orando, bajo las condiciones exactas que ella había pedido y dentro de un período de tiempo muy corto. Mientras ella me contaba los detalles, lágrimas de gratitud comenzaban a correr por mis mejillas.

 

Que Dios tan maravilloso servimos! No tan sólo respondió a nuestras oraciones, sino que también lo hizo de tal manera que no hay duda que vino de su banco inagotable de bendiciones.

Más tarde, mientras esperaba por el comienzo de la práctica de mi hija, me encontré a una amiga. Mientras nos saludábamos, le pregunté sobre su hija quien está viviendo circunstancias muy difíciles. Ella es una bailarina profesional y actualmente enfrenta la posibilidad de no poder bailar más… al menos por un buen tiempo. Su mundo, tal como ella lo conocía, se desmoronaba. Y sin embargo, nos llenamos de emoción al escuchar cómo Dios está trabajando en la vida de su hija.

Nos despedimos con un abrazo, agradecidas por la promesa que tenemos en Cristo: “Que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28).

Mientras descanso en mi cama esta mañana, pensaba sobre cada experiencia por la que atraviesan mis amigas.

El Día de Acción de Gracias sería, naturalmente, fácil para mi primera amiga.

Y extremadamente difícil para la segunda.

Aún así, ambas descubrieron el secreto del Día de Acción de Gracias: que ambos, el tope de la cima y el valle, son dados (o permitidos) por el mismo amoroso, omnipotente, misericordioso Dios.

Lecciones en el valle en el Día de Acción de Gracias:

Es difícil enfocarse en la bondad de Dios cuando nubes oscuras están encima de nuestras vidas. No es fácil permanecer enfocados en El cuando nuestra salud falla… o la muerte alcanza a nuestra familia… o nuestras finanzas colapsan. Sin embargo, estoy escribiendo estas palabras con la certeza de que alguien ha pasado por todas estas pruebas. Muchas de las cuales yo misma enfrento. Lo que yo he aprendido es que la lección principal en cada valle, no es necesariamente que el valle sea una experiencia corta, pero que no importa cuánto dure, lo que importa es que no olvidemos que nuestro Pastor está con nosotros!

Oh, que pudiésemos entender con todo nuestro corazón y alma el poder detrás de esta verdad: Que la lección en el valle de sombra de muerte no es un mensaje de desaliento, sino de Acción de Gracias!

“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.” V.6 (mi énfasis).

De hecho, David nos grita a usted y a mí: ¿Está oscuro? Sé que no no puede ver, pero el Pastor le está tomando de su mano. No tropezará ni caerá. Agradézcale por su protección en el valle.

Está cansado y agotado? El está listo para guiarle junto a las aguas de reposo y lugares de delicados pastos para que encuentre Su presencia (V.2). Abra su Biblia en los Salmos. Medite acerca de Su fidelidad, bondad y misericordia eternal. Agradézcale  por el descando que El ofrece en el valle.

Y finalmente… recuerde que: Un valle no es un valle si no hay montañas a su alrededor. Hay un tope en la cima justo al lado de su valle y el viaje le llevará hasta allá. De hecho, puede que usted ya esté al lado de la montaña y no lo sabe. Ciertamente el viaje se hace más difícil, fuerte, áspero al prepararse para conquistar la montaña. Mientras sube, Dios le está enseñando persistencia y confianza. El está fortaleciendo sus músculos de la fe.

Así como mi amiga quien recibió la oferta de trabajo me decía el Domingo pasado: “Nunca había experimentado a Dios como en los últimos meses.” Ella le alabó aún cuándo no sentía el deseo de alabarle. Ella estaba confiada de que Su presencia estaba con ella cuando no parecía ser el caso. Ella confió en Su palabra, no en sus propios sentimientos. Y mientras el subir a la montaña se hacía más difícil y fuerte, ella se agarró de su vara y su cayado (V.4). Su fe es ahora más fuerte. Su gozo, más profundo. Su amor por Su Salvador, más dulce que nunca. Todo porque ella ELIGIO confiar.

El tope de la montaña es una promesa. El valle, una tierra Santa de enseñanza. Mientras andemos por el valle de sombra de muerte, soledad, dolor o estrés financiero, confiemos en el Maestro con cada lección que el tiene para nosotros. Y agarrémosnos de El quien camina al lado nuestro al tope de la cima.

Esto es de lo que se trata el Día de Acción de Gracias.

Reflexiones:

  •  Hay días en el valle cuando puede que sintamos la mano del Alfarero moldeando nuestro carácter, picando todas aquellas anormalidades que no le pertenecen a un hijo de Dios… y eso duele. Elija agradecerle a Dios. El le está equipando para cumplir el propósito de su vida.
  • Hay días cuando Su silencio nos hace querer apoderarnos de la situación y tomar control… duele esperar. Elija confiar en Dios y no se apoye en su propia prudencia (Proverbios 3:5). Si Dios está callado no significa que El no esté obrando en su vida. Recuerde, el confiar es una elección, no un sentimiento!

  Versículos para Meditar:

 “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5:18

  “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fín que esperáis.” Jeremías 29:11

 “Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de tí, que hiciese por el que en El espera.” Isaías 64:4

 

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